Nos quedamos recordando una festividad que hubiera sido especial para Calatayud y que mejor que hacerlo con fotografías de un maestro, Carlos Moncín
Con ilusión y trabajo. De esta manera enfocaba la Asociación Alfonso I El Batallador la edición que hubiera comenzado hoy recreando la toma de Calatayud por las huestes del Batallador. Más si cabe cuando este año se cumple su 900 aniversario. Una fecha especial que el Covid ha tumbado como a cualquier otra festividad en España y en el Mundo. Posiblemente ni siquiera el rey Alfonso hubiera sido capaz de derrotar a este extraño enemigo, ruin, mezquino y cobarde. Un virus que elude el cuerpo a cuerpo, que se esconde y que ataca por la espalda. Que lejos queda del sentido guerrero de una Edad Media que se recuerda en la ciudad y que este año pasará en silencio.
Ahora estaríamos en el coqueto Mesón de la Dolores acompañando a José Antonio Alaya en su programa especial desde Calatayud, Más de uno Aragón. Viviendo las últimas horas de los preparativos de las haimas, de los nervios de los artistas ultimando sus textos, de los puestos del mercado, el bullicio de un casco antiguo que reclama por activa y por pasiva más atención.
Mal año este 900 aniversario que nos deja con las ganas de volver a visionar las huestes del Rey, las musulmanas, el asalto al castillo, los judíos de Calatayud, la jura de los fueros a esos lugares fronterizos que reclamaban también más ayudas para asentar a una población en sitios peligrosos lindantes con el enemigo y tantas otras cosas que conforman las Alfonsadas.
No nos queda más quedarnos este año con el recuerdo, un recuerdo que plasmamos en algunas fotografías de tiempos antaños y afirmativamente mejores que este. Y que mejor que recordar estas fiestas con las imágenes de uno de los mejores fotógrafos que ha tenido Calatayud, Carlos Moncín. Unimos el recuerdo de unas fiestas y el recuerdo de una gran persona que nos dejó.
