TORRELAPAJA,- San Millán y las “torres”

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El fin de semana celebraron a San Millán junto a los vecinos de Berdejo. Dos localidades que fueron una hasta 1601


Durante el pasado fin de semana se celebraba en la localidad de Torrelapaja a San Millán. Una festividad que normalmente se celebra de forma conjunta con los vecinos de Berdejo y a la que suelen acudir vecinos de las localidades cercanas tanto aragonesas como sorianas.

Dos localidades que fueron una
Torrelapaja tiene su origen en un asentamiento de casas de campo o torres. En su momento pertenecía como barrio de Berdejo. Eran en su mayoría casas de labradores y pastores en las que solían residir durante temporadas relacionadas con el trabajo en el campo como la siembra o la recolección, también se utilizaban como pajares y corralizas para los ganados.
En los documentos antiguos del archivo parroquial aparece con frecuencia el nombre en latín de varias maneras: “Turris palearum” (torre de las pajas), “Palaturris” “Turrispalea” (torrela paja), y en castellano se le ha llamado: Torre de la paja, Torre la paja, Torrelapaja.  De ahí viene su nombre.
Torrelapaja y Berdejo compartieron la misma historia, hasta su separación, que fue en 1601.

San Millán
Existen argumentos que avalan la teoría de que Torrelapaja fue el lugar de nacimiento de San Millán​ basándose en la vida escrita por San Braulio​ y teniendo en cuenta que en la época visigótica Torrelapaja era un barrio de Berdejo.
San Millán fue uno de los santos más famosos de la Edad Media, no solo en la Comarca de Calatayud  sino en toda Castilla, Andalucía  y Cantabria. Junto con Santiago se le pinta de guerrero y «matamoros» porque según la tradición se apareció peleando con Santiago en la batalla de Clavijo.
San Millán, según San Braulio, cuya vida escribió, nació dentro del obispado de Tarazona, no lejos de la villa de Vergegio (Berdejo) «non procul a Villa Vergegio». A los 20 años de su edad, inspirado por un divino sueño, dejó el oficio de pastor y, conocedor de un santo ermitaño llamado Félix que moraba en el castillo de Bilibio, fue hasta él y lo eligió como su maestro.
Después de bien instruido durante unos años (6 calculan algunos biógrafos) en aquella escuela, volvió a su lugar de origen, a su pueblo Torrelapaja, «remeat ad sua» (volvió a los suyos dice San Braulio), y aquí intentó vivir una vida retirada de oración y penitencia pero no permaneció mucho tiempo porque el concurso de la gente que acudía a él no le permitía llevar la vida retirada de silencio y oración que pretendía y volvió a refugiarse en lo más remoto e intrincado de los montes Distercios (La Rioja) donde vivió cerca de 40 años sin compañía humana, hasta que Dídimo, obispo de Tarazona, enterado de su vida y virtudes heroicas lo sacó de allí, lo ordenó sacerdote y lo hizo cura de Vergegio (Berdejo).
Tampoco aquí duró mucho tiempo, porque su vida entregada a sus feligreses y particularmente su desprendimiento y generosidad con los pobres provocó la envidia y quejas de sus compañeros de capítulo que lo acusaron ante el obispo de que “dilapidaba los bienes de la iglesia dándolos a los pobres con el deterioro consiguiente del fondo común”. El obispo le recriminó con dureza su proceder, lo depuso del empleo y el santo se retiró de nuevo a acabar sus días, hacia el año 560, en el mismo lugar donde antes había estado, en el monte Distercio, que en tiempo de San Braulio se llamaba Oratorio de San Millán, en el cual, después de haber vivido hasta ciento y un años, fue sepultado.
En Torrelapaja el culto a San Millán es total: la iglesia parroquial, edificio del siglo XVI dedicada al Santo y la Casa de San Millán, que durante siglos albergó a peregrinos y atendió a pobres, enfermos y transeúntes. Todo ello, desde luego influenciado por la fama del santo y el carácter acogedor de estas tierras.