CALATAYUD.- Alvaro López Asensio, presenta su nuevo libro "Los judíos de Calatayud"

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El profesor, historiador, teólogo y colaborador del Semanal  La Comarca, publica un nuevo libro titulado “Los judíos de Calatayud  (breve historia)”, donde describe la judería, sus edificios públicos, así como sus costumbres, las formas de  gobernar y administrar  justicia, la economía y sus tributos, los privilegios, el proceso de expulsión, los conversos, etc.



El historiador y gran conocedor del pasado judío de Calatayud, Álvaro López Asensio, acaba de publicar un nuevo libro donde resume la historia de la judería bilbilitana, un compendio de sus investigaciones publicadas durante más de 30 años. El objetivo es dar una visión aproximada sobre su presencia, forma de vida y convivencia con la comunidad cristiana y musulmana del momento.
El libro lo presentará en el salón de actos de la Biblioteca Municipal de Calatayud a las 19 horas de mañana viernes


En dicha obra describe, con todo lujo de detalles, las calles y familias que vivían en ellas, sus barrios, sus cuatro puertas de acceso, las murallas y muros internos de separación con la ciudad, así como los principales edificios públicos documentados en ella: las carnicerías, la taberna, la posada, el hospital, el horno, los dos castillos y el osar o cementerio y, sobre todo, las sigagogas y madrassas o academias rabínicas.
En Calatayud había diez sinagogas: la mayor (actual ermita de Consolación), la menor o de los tejedores, "la sinoga chica de las mujeres", la de la carnicería, así como las privadas de Bayel Constantín, Mosse Ben Saprut, Aarón abinafia, la de la cofradía "Pía Almoina", la vieja cerrada y  la de la "cofradria que bisten los esnudos".
No sólo se describe las principales costumbres de su ciclo vital (circuncisión, la mayoría de edad, los desposorios, la boda y todo lo relacionado con la enfermedad, el la muerte, el duelo y el enterramiento); sin incluso cómo celebraban sus fiestas (el shabat, la pascua, los ayunos, etc.).
Se presenta un estudio sobre la actividad laboral que desempeñaron los judíos, así como sus actividades agropecuarias. Se dedicaron fundamentalmente a profesiones artesanales y liberales (médicos, cirujanos, rabinos, notarios, prestamistas, etc.) y, aunque tuvieron tierras de labor, nunca se dedicaron a la agricultura como forma de vida. Lo mismo sucedía con el ganado, que contrataban a pastores para que apacentaran sus rebaños, pero nunca aparecen ejerciendo directamente la actividad.
Un apartado importante es la recopilación de todos los privilegios y concesiones que los reyes de Aragón concedieron a los judíos de Calatayud. Desde que Pedro II (1198-1213) hasta Fernando el Católico (1479-1516) que ordenó su expulsión, los monarcas fueron concediendo numerosas prerrogativas a cambio de las suntuosas ayudas económicas que recibían de ellos para los gastos de la corte y campañas bélicas.
Mención especial merece la expulsión de los judíos bilbilitanos, desde la promulgación del Edicto, la fase de inventario y liquidación de bienes, hasta los judíos que salieron y los itinerarios de viaje hasta la llegada a los puertos o lugares de destino. Hubo judíos que retornaron bautizados y recuperaron sus anteriores bienes.
También se presenta un estudio minucioso sobre el fenómeno de las conversiones en Calatayud y el papel de la inquisición en la ciudad. Se enumeran todos los judíos documentados que, durante el siglo XV, se bautizaron, así como los procesos inquisitoriales abiertos todos los acusados de judaizar.
Por último, se da a conocer la vida y la obra de los intelectuales judíos nacidos o relacionados con Calatayud que destacaron por haber publicado libros de temática bíblico-talmúdica (Salomón Parhon, rabí Mosse Gabbay, Açadch Seset Perfet y Açach Arama), así como los rabinos, notarios, médicos y cirujanos relevantes documentados en el siglo XV.
De gran interés son la recopilación de firmas judías escritas en lengua romance con caracteres de escritura hebraica que aparecen en los protocolos notariales de Calatayud, así como codicillos y legajos escritos en ebraico en diversas fuentes, incluidas las guardas de procesos de inquisición a judaizante de la ciudad.
Es un libro para disfrutar y conocer mejor la historia desconocida de Calatayud, la de los judíos que tanto aportaron a la ciudad hasta su expulsión en 1492. Nos han dejado un patrimonio arquitectónico, lingüístico, gastronómico y archivístico de gran importancia. Este conjunto histórico material e inmaterial es necesario darlo a conocer para caer en la cuenta de los vestigios que nos dejaron, además de saber lo que tenemos.
En la actualidad podemos contemplar el trazado urbano mediavel de su judería (barrio de Consolación). Recorrer sus calles es caminar por sus mismos barrios, conservándose inalterables a pesar del tiempo.
También podemos divisar sus dos castillos: Constant (conocido como de Dña. Martina) y el de Torremocha. Ambos fueron propiedad de los judíos. El primero se utilizó como cárcel aljamial. El segundo defensa y protección en caso de peligro, como el que sucedió en la guerra llamada de los Pedros (1362-1366), donde la judería quedó seriamente dañada y arruinada.
Como ya sabemos, tras cruzar el umbral de la puerta de la judería se encontraba "la puxada del Rey, pasarillo de la ciudad", nombre que los judíos daban a la actual Cuesta de Santa Ana. Tras subir esa "cuesta del Rey" (a mano derecha) estaba la Plazuela o Plazeta. Desde allí se subiá cárcel de la aljama y al castillo de los judíos o Constant por un ramo de escaleras. La calle continuaba en línea recta hasta morir en la Plaza Mayor la Judería, centro neurálgico de la urbe donde confluían la calles de la sinagoga Mayor y las calles o barrios de Torremocha, Papotra y las bajadas a la Coracha y Barranco.
Las casas-cuevas del barrio de hebreo de la paprota que están escavadas en la roca del monte que llamaron "peña cabronera". Hoy se pueden apreciar todavía alguna de estas cuevas que, en el siglo XV, formaban parte de los habitáculos de las casas que estaban delante de ellas y que se accedía a través de un corral. Todavía se conserva un lienzo del muro Oeste donde se abría, en el barranco de las pozas, la puerta de la Furiega

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